Vivimos acelerados y, sin darnos cuenta, pasamos del frío invernal a casi verano.
Se nos van las semanas sin enterarnos y nos da la sensación de esperar siempre algo: que sea verano cuando hace frío y que sea invierno cuando hace mucho calor.
No tenemos ni idea de en qué fase lunar estamos.
Nos sentimos agotadas y, aunque a veces nos permitimos un descanso, no parece suficiente.
No tenemos tiempo para ver un amanecer o el anochecer.
Simplemente para SER, ESTAR.